Scrutatio

Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

Judit 10


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1Apenas terminó de invocar al Dios de Israel con todas estas palabras,2Judit se levantó del suelo, llamó a su servidora y bajó a la casa donde pasaba los sábados y los días de fiesta.3Luego se despojó del sayal que tenía ceñido, se quitó su ropa de viuda, se lavó el cuerpo con agua, se ungió con perfumes y peinó sus cabellos. Después ciño la cabeza con un turbante y se puso la ropa de fiesta con que solía engalanarse cuando aún vivía su marido Manasés;4se calzó las sandalias, se puso collares, brazaletes, anillos, aros y todas sus joyas: en una palabra, se embelleció hasta el extremo, para seducir a todos los que la vieran.5En seguida, entregó a su servidora un odre de vino y una vasija de aceite; llenó una bolsa con granos tostados de cebada, una torta de higos secos y panes puros; lo envolvió todo cuidadosamente y lo entregó a su servidora.6Después se dirigieron a la puerta de Betulia, y encontraron apostados junto a ella a Ozías y a los ancianos de la ciudad, Cabris y Carmis.7Cuando vieron a Judit con el rostro trasformado y la ropa cambiada, quedaron maravillados de su hermosura y dijeron:8«Que el Dios de nuestros padres te conceda ser bien recibida y dar cumplimiento a lo que te has propuesto, para orgullo de los israelitas y exaltación de Jerusalén».9Judit adoró a Dios y les respondió: «Ordenen que me abran las puertas de la ciudad, para que yo salga a cumplir lo que acaban de expresarme». Ellos ordenaron a los jóvenes que le abrieran, como ella lo había pedido.10Así lo hicieron, y Judit salió acompañada de su servidora. Los hombres de la ciudad la siguieron con la mirada, mientras descendía de la montaña hasta que atravesó el valle, y allí la perdieron de vista.11Mientras caminaban a lo largo del valle, les salió al encuentro una avanzada de los asirios.12Ellos detuvieron a Judit y la interrogaron: «¿De dónde eres? ¿De dónde vienes y a dónde vas?». Ella respondió: «Soy una hebrea, pero huyo de mi pueblo, porque está a punto de convertirse en presa de ustedes.13Por eso vengo a presentarme ante Holofernes, el general en jefe del ejército, para darle buenas informaciones; yo le indicaré un camino por el que podrá pasar para apoderarse de toda la región montañosa, sin que pierda la vida ni uno solo de sus hombres».14Al oír sus palabras y contemplar su rostro, que los dejó cautivados por su extraordinaria hermosura, aquellos hombres le dijeron:15«Has puesto a salvo tu vida, apresurándote a presentarte ante nuestro señor. Ahora, sigue adelante hasta su tienda de campaña, y algunos de nosotros te escoltarán hasta hacerte comparecer ante él.16Cuando te presentes, no temas: comunícale todo lo que acabas de decir, y él te tratará bien».17Entonces eligieron a cien de sus hombres, para que la escoltaran, a ella y a su servidora, hasta la carpa de Holofernes.18Cuando se divulgó por el campamento la noticia de su llegada, se produjo una agitación general: todos se acercaban y la rodeaban, mientras ella permanecía fuera de la carpa de Holofernes, esperando que la anunciaran.19Maravillados de su hermosura, no podían menos de admirar también a los israelitas y se decían unos a otros: «¿Quién podrá despreciar a un pueblo que tiene semejantes mujeres? ¡No conviene dejar en pie ni a uno solo de sus hombres, porque los sobrevivientes serán capaces de seducir a toda la tierra!».20Los guardias personales de Holofernes y todos sus oficiales salieron e introdujeron a Judit en la carpa.21Holofernes estaba reclinado en su diván, bajo un dosel de púrpura, recamado en oro, esmeraldas y piedras preciosas.22Judit fue anunciada, y él salió a la antecámara de la carpa, precedido de lámparas de plata.23Cuando apareció Judit delante de él y de sus oficiales, todos quedaron maravillados por la hermosura de su rostro: ella se postró con el rostro en tierra, pero los servidores de Holofernes la levantaron.