Scrutatio

Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

2 Reyes 10


font

1Ajab tenía setenta hijos en Samaría. Jehú escribió unas cartas, y las envió a Samaría, a los jefes de la ciudad, a los ancianos y a los preceptores de los hijos de Ajab. En ellas decía:2«Ahí tienen con ustedes a los hijos de su señor, y tienen también los carros, los caballos, una ciudad fortificada y un arsenal. Y bien, apenas reciban esta carta,3vean cuál es el mejor y el más capaz entre los hijos de su señor, siéntenlo en el trono de su padre y combatan por la familia de su señor».4Ellos sintieron mucho miedo y dijeron: «Dos reyes no han podido resistir delante de él, ¿cómo podremos resistir nosotros?».5Entonces el mayordomo de palacio, el gobernador de la ciudad, los ancianos y los preceptores mandaron decir a Jehú: «Somos tus servidores y haremos todo lo que nos digas. No proclamaremos rey a nadie. Obra como mejor te parezca».6Jehú les escribió una segunda carta, en la que decía: «Si están de parte mía y aceptan obedecerme, tomen las cabezas de todos los hijos de su señor y vengan a verme mañana a esta misma hora, a Izreel». Ahora bien, los setenta hijos del rey estaban repartidos entre las personas importantes de la ciudad, que los criaban.7Cuando recibieron esta carta, tomaron a los hijos del rey, degollaron a los setenta, pusieron sus cabezas en unas canastas y se las enviaron a Izreel.8Un mensajero fue entonces a informar a Jehú: «Han traído las cabezas de los hijos del rey». El ordenó: «Expónganlas en dos montones a la entrada de la Puerta, hasta la mañana».9A la mañana, él salió y, puesto de pie, dijo a todo el pueblo: «Ustedes son inocentes. Yo conspiré contra mi señor y lo maté. Pero a todos estos, ¿Quién los ultimó?10Sepan entonces que no caerá por tierra ni una sola palabra del Señor, nada de lo que él dijo contra la casa de Ajab: el Señor ha cumplido lo que había dicho por medio de su servidor Elías».11Jehú acabó con todos los que aún quedaban de la casa de Ajab en Izreel, con todos sus nobles, sus familiares y sus sacerdotes, sin dejarle ni un solo sobreviviente.12Luego partió y se fue a Samaría. Cuando iba por el camino, en Bet Equed de los Pastores,13Jehú se encontró con los hermanos de Ocozías, rey de Judá, y dijo: «¿Quiénes son ustedes?». «Somos los hermanos de Ocozías, le respondieron, y bajamos a saludar a los hijos de la reina madre».14Entonces ordenó: «¡Captúrenlos vivos!». Los capturaron vivos y los mataron junto al pozo de Bet Equed. Eran cuarenta y dos, y no quedó ni uno solo.15Jehú partió de allí, y se encontró con Jonadab, hijo de Recab, que venía a su encuentro. El lo saludó y le dijo: «¿Eres tan leal conmigo como yo lo soy contigo?». Jonadab respondió: «Así es». «Si es así, dame la mano», replicó Jehú. El se la dio, y Jehú lo hizo subir a su carro,16diciendo: «Ven conmigo y mira el celo que tengo por el Señor». Y lo llevó en su carro.17Al llegar a Samaría, ultimó allí a todos los que aún quedaban de la familia de Ajab: los exterminó a todos, conforme a la palabra que el Señor había dicho a Elías.18Jehú reunió luego a todo el pueblo y le dijo: «Ajab sirvió poco a Baal; Jehú lo servirá mucho más.19Ahora, convóquenme a todos los profetas de Baal, a todos sus fieles y a todos sus sacerdotes. Que no falte nadie, porque voy a ofrecer un gran sacrificio a Baal. Todo el que falte no sobrevivirá». Pero Jehú obraba con astucia, a fin de hacer desaparecer a los fieles de Baal.20Luego dijo: «Convoquen a una asamblea solemne en honor de Baal». Así lo hicieron,21y Jehú envió mensajeros por todo Israel. Entonces vinieron todos los fieles de Baal, no quedó nadie sin venir. Entraron en el templo de Baal, y el templo se llenó de bote en bote.22Jehú dijo al encargado del vestuario: «Saquen las vestiduras para todos los fieles de Baal». El sacó las vestiduras.23Entonces Jehú llegó al templo de Baal con Jonadab, hijo de Recab, y dijo a los fieles de Baal: «Revisen bien, y fíjense que no haya aquí ningún servidor del Señor, sino sólo los fieles de Baal».24Luego entraron para ofrecer sacrificios y holocaustos. Mientras tanto, Jehú había apostado afuera a ochenta hombres y les había dicho: «El que deje escapar a alguno de los que yo pongo en las manos de ustedes, responderá por él con su propia vida».25Y cuando terminó de ofrecer el holocausto, Jehú dijo a los guardias y a los oficiales: «¡Entren y mátenlos! ¡Que no salgo ni uno solo!». Ellos los mataron al filo de la espada y los arrojaron afuera. Luego los guardias y los oficiales llegaron hasta la ciudadela del templo de Baal,26sacaron el poste sagrado del templo de Baal y lo quemaron.27Después de haber destruido el poste sagrado de Baal, demolieron su templo y lo convirtieron en una cloaca, que existe hasta el día de hoy.28Así Jehú exterminó a Baal de Israel.29Pero Jehú no se apartó de los pecados con que Jeroboam, hijo de Nebat, había hecho pecar a Israel, a saber, los terneros de oro que había en Betel y en Dan.30El Señor dijo a Jehú: «Porque tú has obrado bien, haciendo lo que es recto a mis ojos, y has tratado a la casa de Ajab exactamente como yo quería, tus hijos se sentarán en el trono de Israel hasta la cuarta generación».31Pero Jehú no se empeñó en seguir de todo corazón la ley del Señor, el Dios de Israel, ni se apartó de los pecados con que Jeroboam había hecho pecar a Israel.32En aquellos días, el Señor comenzó a cercenar a Israel. Jazael los derrotó en toda la frontera de Israel,33desde el Jordán hacia el Oriente: todo el país de Galaad, el territorio de Gad, de Rubén, de Manasés, desde Aroer, que está sobre la ribera del torrente Amón, y también Galaad y Basán.34El resto de los hechos de Jehú y todo lo que él hizo, todas sus hazañas, ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Israel?35Jehú se fue a descansar con sus padres y lo sepultaron en Samaría. Su hijo Joacaz reinó en lugar de él.36Jehú reinó sobre Israel, en Samaría, durante veintiocho años.