Scrutatio

Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

Génesis 21


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1El Señor visitó a Sara como lo había dicho, y obró con ella conforme a su promesa.2En el momento anunciado por Dios, Sara concibió y dio un hijo a Abraham, que ya era anciano.3Cuando nació el niño que le dio Sara, Abraham le puso el nombre de Isaac.4Abraham circuncidó a su hijo Isaac a los ocho días, como Dios se lo había ordenado.5Abraham tenía entonces cien años de edad.6Sara dijo: «Dios me ha dado motivo para reír, y todos los que se enteren reirán conmigo».7Y añadió: «¡Quién le hubiera dicho a Abraham que Sara amamantaría hijos! Porque yo le di un hijo en su vejez».8El niño creció y fue destetado, y el día en que lo destetaron, Abraham ofreció un gran banquete.9Sara vio que el hijo de Agar, la egipcia, jugaba con su hijo Isaac.10Entonces dijo a Abraham: «Echa a esa esclava y a su hijo, porque el hijo de esa esclava no va a compartir la herencia con mi hijo Isaac».11Esto afligió profundamente a Abraham, ya que el otro también era hijo suyo.12Pero Dios le dijo: «No te aflijas por el niño y por tu esclava. Concédele a Sara lo que ella te pide, porque de Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre.13Y en cuanto al hijo de la esclava, yo hará de él una gran nación, porque también es descendiente tuyo».14A la madrugada del día siguiente, Abraham tomó un poco de pan y un odre con agua y se los dio a Agar; se los puso sobre las espaldas, y la despidió junto con el niño. Ella partió y anduvo errante por el desierto de Berseba.15Cuando se acabó el agua que llevaba en el odre, puso al niño debajo de unos arbustos,16y fue a sentarse aparte, a la distancia de un tiro de flecha, pensando: «Al menos no veré morir al niño». Y cuando estuvo sentada aparte, prorrumpió en sollozos.17Dios escuchó la voz del niño, y el Angel de Dios llamó a Agar desde el cielo: «¿Qué te pasa, Agar?», le dijo. «No temas, porque Dios ha oído la voz del niño que está ahí.18Levántate, alza al niño y estréchalo bien en tus brazos, porque yo haré de él una gran nación».19En seguida Dios le abrió los ojos, y ella divisó un pozo de agua. Fue entonces a llenar el odre con agua y dio de beber al niño.20Dios acompañaba al niño y este fue creciendo. Su morada era el desierto, y se convirtió en un arquero experimentado.21Vivió en el desierto de Parán, y su madre lo casó con una mujer egipcia.22Por aquel tiempo, Abimélec, que iba acompañado de Picol, el jefe de su ejército, dijo a Abraham: «Dios está contigo en todo lo que haces.23Júrame por Dios aquí mismo, que nunca te vas a comportar falsamente conmigo o con mi estirpe o mi posteridad, y que nos vas a dar, a mí y al país donde resides, las mismas pruebas de lealtad que yo te he dado».24Abraham respondió: «Lo juro».25Pero Abraham presentó una queja a Abimélec, a causa de un pozo que los servidores de Abimélec habían tomado por la fuerza.26Este replicó: «No tengo idea de quién pudo haber hecho esto. Tú no me lo hiciste saber, y hasta ahora yo no me había enterado de nada».27Entonces Abraham regaló a Abimélec unas ovejas y unas vacas, y los dos hicieron una alianza.28Y como Abraham puso aparte siete corderas del rebaño,29Abimélec le preguntó: «¿Qué significan esas siete corderas que pusiste aparte?».30«Significan –respondió Abraham– que tú me vas a aceptar estas siete corderas como una prueba de que el pozo lo he cavado yo».31Y a aquel lugar se lo llamó Berseba, que significa «pozo del juramento», porque allí los dos prestaron un juramento.32Después de concluida la alianza, Abimélec partió junto con Picol, el jefe de su ejército, y regresó al país de los filisteos.33Abraham, por su parte, plantó un tamarisco en Berseba e invocó el nombre del Señor Dios, el Eterno.34El permaneció largo tiempo en el país de los filisteos.