SCRUTATIO

Dimanche, 22 Juin 2025 - San Luigi Gonzaga ( Letture di oggi)

Lucas 18


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BIBLIAEL LIBRO DEL PUEBLO DE DIOS
1 Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer.1 Después le enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse:
2 «Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres.2 «En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres;
3 Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: “¡Hazme justicia contra mi adversario!”3 y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: "Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario".
4 Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: “Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres,4 Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: "Yo no temo a Dios ni me importan los hombres,
5 como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme.”»5 pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme".»
6 Dijo, pues, el Señor: «Oíd lo que dice el juez injusto;6 Y el Señor dijo: «Oigan lo que dijo este juez injusto.
7 y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar?7 Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar?
8 Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?»8 Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?».
9 Dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola:9 Y refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola:
10 «Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano.10 «Dos hombres subieron al Templo para orar; uno era fariseo y el otro, publicano.
11 El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: “¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano.11 El fariseo, de pie, oraba así: "Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano.
12 Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias.”12 Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas".
13 En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!”13 En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!".
14 Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».14 Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado».
15 Le presentaban también los niños pequeños para que los tocara, y al verlo los discípulos, les reñían.15 También le presentaban a los niños pequeños, para que los tocara; pero, al ver esto, los discípulos los reprendían.
16 Mas Jesús llamó a los niños, diciendo: «Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis; porque de los que son como éstos es el Reino de Dios.16 Entonces Jesús los hizo llamar y dijo: «Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos.
17 Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él».17 Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él».
18 Uno de los principales le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?»18 Un hombre importante le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?».
19 Le dijo Jesús: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios.19 Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno.
20 Ya sabes los mandamientos: No cometas adulterio, no mates, no robes, no levantes falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre».20 Tú conoces los mandamientos: No cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre».
21 El dijo: «Todo eso lo he guardado desde mi juventud».21 El hombre le respondió: «Todo esto lo he cumplido desde mi juventud».
22 Oyendo esto Jesús, le dijo: «Aún te falta una cosa. Todo cuanto tienes véndelo y repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego, ven y sígueme».22 Al oírlo, Jesús le dijo: «Una cosa te falta todavía: vende todo lo que tienes y distribúyelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo. Después ven y sígueme».
23 Al oír esto, se puso muy triste, porque era muy rico.23 Al oír estas palabras, el hombre se entristeció, porque era muy rico.
24 Viéndole Jesús, dijo: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!24 Viéndolo así, Jesús dijo: «¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!
25 Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios».25 Sí, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios».
26 Los que lo oyeron, dijeron: «¿Y quién se podrá salvar?»26 Los que escuchaban dijeron: «Pero entonces, ¿quién podrá salvarse?».
27 Respondió: «Lo imposible para los hombres, es posible para Dios».27 Jesús respondió: «Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios».
28 Dijo entonces Pedro: «Ya lo ves, nosotros hemos dejado nuestras cosas y te hemos seguido».28 Pedro le dijo: «Nosotros hemos dejado todo lo que teníamos y te hemos seguido».
29 El les dijo: «Yo os aseguro que nadie que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por el Reino de Dios,29 Jesús respondió: «Les aseguro que el que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos, por el Reino de Dios,
30 quedará sin recibir mucho más al presente y, en el mundo venidero, vida eterna».30 recibirá mucho más en ese mundo; y en el mundo futuro, recibirá la Vida eterna».
31 Tomando consigo a los Doce, les dijo: «Mirad que subimos a Jerusalén, y se cumplirá todo lo que los profetas escribieron para el Hijo del hombre;31 Después, Jesús llevó aparte a los Doce y les dijo: «Ahora subimos a Jerusalén, donde se cumplirá todo lo que anunciaron los profetas sobre el Hijo del hombre.
32 pues será entregado a los gentiles, y será objeto de burlas, insultado y escupido;32 Será entregado a los paganos, se burlarán de él, lo insultarán, lo escupirán
33 y después de azotarle le matarán, y al tercer día resucitará».33 y, después de azotarlo, lo matarán. Pero al tercer día resucitará».
34 Ellos nada de esto comprendieron; estas palabras les quedaban ocultas y no entendían lo que decía.34 Ellos no comprendieron nada de todo esto; les resultaba oscuro y no captaban el sentido de estas palabras.
35 Sucedió que, al acercarse él a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna;35 Cuando se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
36 al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello.36 Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía.
37 Le informaron que pasaba Jesús el Nazoreo37 Le respondieron que pasaba Jesús de Nazaret.
38 y empezó a gritar, diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!»38 El ciego se puso a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!».
39 Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»39 Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!».
40 Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le preguntó:40 Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo a su lado, le preguntó:
41 «¿Qué quieres que te haga?» El dijo: «¡Señor, que vea!»41 ¿Qué quieres que haga por ti?». «Señor, que yo vea otra vez».
42 Jesús le dijo: «Ve. Tu fe te ha salvado».42 Y Jesús le dijo: «Recupera la vista, tu fe te ha salvado».
43 Y al instante recobró la vista, y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios.43 En el mismo momento, el ciego recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios. Al ver esto, todo el pueblo alababa a Dios.