Scrutatio

Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

Jueces 9


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1Abimélec, hijo de Ierubaal, fue a Siquem, donde estaban los hermanos de su madre, y les dijo a ellos y a todo el clan de la casa paterna de su madre:2«Digan a todos los señores de Siquem: «¿Qué es mejor para ustedes, que los gobiernen setenta hombres –todos los hijos de Ierubaal– o que los gobierne uno solo? Recuerden además que yo soy de la misma sangre que ustedes».3Los hermanos de su madre comunicaron estas palabras de Abimélec a los señores de Siquem, y estos se pusieron de parte de él, porque decían: «Es nuestro hermano».4Luego le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal Berit, con los que Abimélec contrató a unos hombres y aventureros, que le sirvieron de escolta.5Enseguida entró en la casa de su padre, en Ofrá, y mató a sus hermanos, los setenta hijos de Ierubaal, sobre una misma piedra. Sólo escapó Jotam, el hijo menor de Ierubaal, porque logró esconderse.6Entonces se reunieron todos los señores de Siquem y todo Bet Miló, y fueron a proclamar rey a Abimélec, junto a la encina de la piedra conmemorativa que está en Siquem.7Cuando le llevaron la noticia a Jotam, este se puso en la cima del monte Garizim, y gritó con voz potente: «Escúchenme, señores de Siquem, y que Dios los escuche a ustedes:8Los árboles se pusieron en camino para ungir a un rey que los gobernará. Entonces dijeron al olivo: «Sé tú nuestro rey».9Pero el olivo les respondió: «¿Voy a renunciar a mi aceite con el que se honra a los dioses y a los hombres, para ir a mecerme por encima de los árboles?10Los árboles dijeron a la higuera: «Ven tú a reinar sobre nosotros».11Pero la higuera les respondió: «¿Voy a renunciar a mi dulzura y a mi sabroso fruto, para ir a mecerme por encima de los árboles?»12Los árboles le dijeron a la vid: «Ven tú a reinar sobre nosotros».13Pero la vid les respondió: «¿Voy a renunciar a mi mosto que alegra a los dioses y a los hombres, para ir a mecerme por encima de los árboles?».14Entonces, todos los árboles dijeron a la zarza: «Ven tú a reinar sobre nosotros».15Pero la zarza respondió a los árboles: «Si de veras quieren ungirme para que reine sobre ustedes, vengan a cobijarse bajo mi sombra; de lo contrario, saldrá fuego de la zarza y consumirá los cedros del Líbano».16Y ahora, díganme: ¿Han obrado ustedes con sinceridad al proclamar rey a Abimélec? ¿Se han portado bien con Ierubaal y con su familia, y lo han tratado como se merecía?17Mi padre combatió por ustedes, arriesgó su vida y los libró del poder de Madián,18y ahora ustedes se han levantado contra la familia de mi padre, han matado sobre una misma piedra a sus setenta hijos, y han proclamado rey de los señores de Siquem y Abimélec, el hijo de su esclava, aduciendo que es hermano de ustedes.19Si hoy han sido sinceros y leales con Ierubaal y su familia, que Abimélec sea para ustedes un motivo de Alegría, y ustedes para él.20De lo contrario, que salga fuego de Abimélec para devorar a los señores de Siquem y de Bet Miló, y que salga fuego de los señores de Siquem y de Bet Miló, para devorar a Abimélec.21Después Jotam huyó para ponerse a salvo, y se estableció en Beer, lejos de su hermano Abimélec.22Abimélec gobernó tres años en Israel,23Pero Dios envió un espíritu de discordia entre Abimélec y los señores de Siquem, y estos traicionaron a Abimélec.24Así debía ser castigado el crimen cometido contra los setenta hijos de Ierubaal, y su sangre debía recaer sobre su hermano Abimélec, que los había matado, y sobre los señores de Siquem, que habían sido cómplices en la matanza de sus hermanos.25Por eso, los señores de Siquem preparaban emboscadas contra él en las cimas de los montes, y saqueaban a todos los que pasaban por allí. Abimélec fue informado de todo esto.26Una vez, Gaal, hijo de Ebed, pasó por Siquem junto con sus hermanos, y se ganó la confianza de los señores de Siquem.27Estos salieron al campo a vendimiar, pisaron las uvas, hicieron festejos y entraron en el templo de su dios. Después de comer y beber, maldijeron a Abimélec.28Entonces Gaal, hijo de Ebed, exclamó: «¿Qué autoridad tiene Abimélec sobre Siquem que le estamos sometidos? ¿El hijo de Ierubaal, y de Zebul, su lugarteniente, no han estado sometidos a la gente de Jamor, el padre de Siquem? ¿Por qué tenemos que estar sometidos a ellos?29¡Si pusieran a este pueblo en mis manos, yo expulsaría a Abimélec, desafiándolo a que refuerce su ejército y salga a combatir!».30Zebul, el gobernador de la ciudad, al enterarse de las palabras de Gaal, hijo de Ebed, se enfureció31y envió disimuladamente mensajeros a Arumá, donde estaba Abimélec, para avisarle: «Gaal, hijo de Ebed, ha llegado a Siquem con sus hermanos, y está sublevando la ciudad contra ti.32Por eso, ven durante la noche con toda la gente que tienes contigo y quédate al acecho en campo abierto.33Por la mañana temprano, apenas brille el sol, irrumpirás contra la ciudad. Y cuando Gaal con su gente salga a enfrentarse contigo, lo tratarás como más convenga».34Abimélec salió durante la noche con toda su gente y se puso al acecho cerca de Siquem, con su tropa dividida en cuatro grupos.35Cuando Gaal, hijo de Ebed, salió y se detuvo a las puertas de la ciudad, Abimélec y la tropa que lo acompañaba salieron de los lugares donde estaban al acecho.36Al ver las tropas, Gaal dijo a Zebul: «Mira esa gente que baja de la cima de los montes». «Es la sombra de los montes, y a ti te parecen hombres», le respondió Zebul.37Pero Gaal insistió: «Es gente que baja por la ladera del Ombligo de la Tierra, y otro grupo viene por el camino de la Encina de los Adivinos».38Entonces Zebul le dijo: «¿No eras tú el que te envalentonabas, diciendo: «¿Quién es Abimélec para que le estemos sometidos?». ¡Ahí está la gente que tú despreciabas! ¡Ve ahora a combatir contra ellos!».39Gaal salió al frente de los señores de Siquem y presentó batalla a Abimélec.40Abimélec lo persiguió: Gaal emprendió la retirada y muchos cayeron muertos antes de llegar a la puerta de la ciudad.41Abimélec regresó a Arumá, y Zebul expulsó de Siquem a Gaal y a sus hermanos, impidiéndoles habitar allí.42Al día siguiente, la gente de Siquem se puso en campaña. Cuando Abimélec recibió la noticia,43reunió sus tropas, las dividió en tres grupos y se puso al acecho en el campo. Al ver que la gente salía de la ciudad, irrumpió contra ellos y los derrotó.44Después, Abimélec y el grupo que lo acompañaba volvieron a atacar, y tomaron posiciones frente a la puerta de la ciudad. Mientras tanto, los otros dos grupos se lanzaron contra los que estaban en el campo y los derrotaron.45Abimélec atacó la ciudad durante todo el día. Cuando la tomó, mató a la población, arrasó la ciudad y esparció sal sobre ella.46Al enterarse, los señores de Migdal Siquem, se refugiaron en la cripta del templo de El Berit.47Cuando Abimélec recibió la noticia de que todos los señores de Migdal Siquem estaban en un solo lugar,48subió al monte Salmón con todas sus tropas; y tomando un hacha, cortó una rama de árbol, se la puso al hombre, y dijo a las tropas que lo acompañaban: «¡Apúrense! Hagan lo mismo que yo».49Cada uno de sus hombres cortó una rama y todos fueron detrás de Abimélec. Después cubrieron la cripta con las ramas y les prendieron fuego. Así murieron también los habitantes de Migdal Siquem, unos mil hombres y mujeres.50Luego Abimélec marchó contra Tebes, la asedió y la conquistó.51En medio de la ciudad había una torre fortificada, y todos los habitantes de la ciudad, hombres y mujeres, se refugiaron en ella. La cerraron por dentro y se subieron a la parte más alta de la torre.52Abimélec se adelantó para atacar la torre y llego hasta la puerta con la intención de prenderle fuego.53Pero una mujer le arrojó una rueda de molino sobre la cabeza y le partió el cráneo.54El llamó en seguida a su escudero y le dijo: «Desenvaina tu espada y mátame, para que no se pueda decir que me mató una mujer». Entonces el escudero lo atravesó con su espada y el murió.55Al ver que Abimélec estaba muerto, los hombres de Israel regresaron cada uno a su lugar.56Dios hizo recaer sobre Abimélec el crimen que había cometido contra su padre, cuando mató a sus setenta hermanos.57Y también hizo que toda la maldad de la gente de Siquem recayera sobre ellos mismos. Así se cumplió la maldición que Jotam, hijo de Ierubaal, había pronunciado contra ellos.