Scrutatio

Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

Hechos de los Apóstoles 4


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1Mientras los Apóstoles hablaban al pueblo, se presentaron ante ellos los sacerdotes, el jefe de los guardias del Templo y los saduceos,2irritados de que predicaran y anunciaran al pueblo la resurrección de los muertos cumplida en la persona de Jesús.3Estos detuvieron a los Apóstoles y los encarcelaron hasta el día siguiente, porque ya era tarde.4Muchos de los que habían escuchado la Palabra abrazaron la fe, y así el número de creyentes, contando sólo los hombres, se elevó a unos cinco mil.5Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes de los judíos, los ancianos y los escribas,6con Anás, el Sumo Sacerdote, Caifás, Juan, Alejandro y todos los miembros de las familias de los sumos sacerdotes.7Hicieron comparecer a los Apóstoles y los interrogaron: «¿Con qué poder o en nombre de quién ustedes hicieron eso?».8Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: «Jefes del pueblo y ancianos,9ya que hoy se nos pide cuenta del bien que hicimos a un enfermo y de cómo fue curado,10sepan ustedes y todo el pueblo de Israel: este hombre está aquí sano delante de ustedes por el nombre de nuestro Señor Jesucristo de Nazaret, al que ustedes crucificaron y Dios resucitó de entre los muertos.11El es la piedra que ustedes, los constructores, han rechazado, y ha llegado a ser la piedra angular.12Porque no existe bajo el cielo otro Nombre dado a los hombres, por el cual podamos alcanzar la salvación».13Los miembros del Sanedrín estaban asombrados de la seguridad con que Pedro y Juan hablaban, a pesar de ser personas poco instruidas y sin cultura. Reconocieron que eran los que habían acompañado a Jesús,14pero no podrían replicarles nada, porque el hombre que había sido curado estaba de pie, al lado de ellos.15Entonces les ordenaron salir del Sanedrín y comenzaron a deliberar,16diciendo: «¿Qué haremos con estos hombres? Porque no podemos negar que han realizado un signo bien patente, que es notorio para todos los habitantes de Jerusalén.17A fin de evitar que la cosa se divulgue más entre el pueblo, debemos amenazarlos, para que de ahora en adelante no hablen de ese Nombre».18Los llamaron y les prohibieron terminantemente que dijeran una sola palabra o enseñaran en el nombre de Jesús.19Pedro y Juan les respondieron: «Juzguen si está bien a los ojos del Señor que les obedezcamos a ustedes antes que a Dios.20Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído».21Después de amenazarlos nuevamente, los dejaron en libertad, ya que no sabían cómo castigarlos, por temor al pueblo que alababa a Dios al ver lo que había sucedido.22El hombre milagrosamente curado tenía más de cuarenta años.23Una vez en libertad, los Apóstoles regresaron adonde estaban sus hermanos, y les contaron todo lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y los ancianos.24Al oírlos, todos levantaron la voz y oraron a Dios unánimemente: «Señor, tú hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos;25tú, por medio del Espíritu Santo, pusiste estas palabras en labios de nuestro padre David, tu servidor: "¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen vanos proyectos?26Los reyes de la tierra se rebelaron y los príncipes se aliaron contra el Señor y contra su Ungido".27Porque realmente se aliaron en esta ciudad Herodes y Poncio Pilato con las naciones paganas y los pueblos de Israel, contra tu santo servidor Jesús, a quien tú has ungido.28Así ellos cumplieron todo lo que tu poder y tu sabiduría habían determinado de antemano.29Ahora, Señor, mira sus amenazas, y permite a tus servidores anunciar tu Palabra con toda libertad:30extiende tu mano para que se realicen curaciones, signos y prodigios en el nombre de tu santo servidor Jesús:.31Cuando terminaron de orar, tembló el lugar donde estaban reunidos; todos quedaron llenos del Espíritu Santo y anunciaban decididamente la Palabra de Dios.32La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre ellos.33Los Apóstoles daban testimonio con mucho poder de la resurrección del Señor Jesús y gozaban de gran estima.34Ninguno padecía necesidad, porque todos los que poseían tierras o casas las vendían35y ponían el dinero a disposición de los Apóstoles, para que se distribuyera a cada uno según sus necesidades.36Y así José, llamado por los Apóstoles Bernabé –que quiere decir hijo del consuelo– un levita nacido en Chipre37que poseía un campo, lo vendió, y puso el dinero a disposición de los Apóstoles.