Scrutatio

Venerdi, 17 maggio 2024 - San Pasquale Baylon ( Letture di oggi)

Daniel 4


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EL LIBRO DEL PUEBLO DE DIOSBIBLIA
1 Yo, Nabucodonosor, estaba tranquilo en mi casa y floreciente en mi palacio,1 Yo, Nabucodonosor, estaba tranquilo en mi casa, y satisfecho en mi palacio.
2 cuando tuve un sueño que me horrorizó: las obsesiones que me asaltaron en mi lecho y las visiones de mi imaginación me llenaron de espanto.2 Y tuve un sueño que me aterrorizó. Las obsesiones que tuve en mi lecho y las visiones de mi cabeza me aterraron.
3 Entonces ordené que hicieran comparecer en mi presencia a todos los sabios de Babilonia, para que me dieran a conocer la interpretación del sueño.3 Entonces di orden de traer a mi presencia a todos los sabios de Babilonia para que me dieran a conocer la interpretación del sueño.
4 Se presentaron los magos, los adivinos, los caldeos y los astrólogos, y yo conté el sueño delante de ellos, pero ellos no me hicieron conocer la interpretación.4 Vinieron los magos, adivinos, caldeos y astrólogos y, en su presencia, conté el sueño, pero su interpretación no me la dieron.
5 Finalmente, se presentó ante mí Daniel –llamado Beltsasar, según el nombre de mi dios– en quien reside el espíritu de los dioses santos, y yo conté el sueño delante de él:5 Después se presentó ante mí Daniel, por sobrenombre Beltsassar, según el nombre de mi dios, en quien reside el espíritu de los dioses santos. Yo le conté el sueño:
6 «Beltsasar, jefe de los magos, yo sé que en ti reside el espíritu de los dioses santos y que ningún misterio te desconcierta: escucha las visiones del sueño que he tenido y dime su interpretación.6 «Beltsassar, jefe de los magos, ya sé que tú posees el espíritu de los dioses santos y que ningún misterio ofrece para ti dificultad: mira el sueño que he tenido; dime su interpretación.
7 Yo contemplaba en mi lecho las visiones de mi imaginación: Vi un árbol gigantesco en el centro de la tierra.7 «En mi lecho, contemplaba las visiones de mi cabeza: «Un árbol había en el centro de la tierra, de altura muy grande.
8 El árbol creció y se volvió corpulento; su altura llegaba hasta el cielo y se lo veía desde los extremos de toda la tierra.8 El árbol creció, se hizo corpulento, su altura llegaba hasta el cielo, su expansión, hasta los confines de la tierra.
9 Su follaje era hermoso y su fruto abundante: había en él comida para todos. Debajo de él se guarecían los animales de los campos, y en sus ramas anidaban los pájaros del cielo; de él se alimentaban todos los vivientes.9 Era hermoso su ramaje, abundante su fruto; había en él comida para todos, a su sombra se cobijaban las bestias del campo, en sus ramas anidaban los pájaros del cielo, y toda carne se alimentaba de él.
10 Yo contemplaba recostado en mi lecho las visiones de mi imaginación, y vi que un Guardián, un Santo, descendía del cielo.10 Yo contemplaba, en mi lecho, las visiones de mi cabeza. En esto, un Vigilante, un santo, bajaba del cielo.
11 El gritaba con fuerza y decía: «Derriben el árbol y corten sus ramas, arranquen sus hojas y dispersen sus frutos; que huyan los animales de debajo de él y los pájaros, de sus ramas.11 Con recia voz gritaba así: “Abatid el árbol, cortad sus ramas, arrancad sus hojas, tirad sus frutos; váyanse las bestias de debajo de él, y los pájaros de sus ramas.
12 Pero dejen en la tierra el tronco con sus raíces, sujeto con cadenas de hierro y bronce, entre la hierba de los campos. Que sea empapado por el rocío del cielo y comparta con los animales la hierba de la tierra;12 Pero dejad en tierra tocón y raíces con ataduras de hierro y bronce, entre la hierba del campo. Sea bañado del rocío del cielo y comparta con las bestias la hierba de la tierra.
13 que sea cambiado su corazón de hombre y adquiera instintos de animal, y que siete tiempos pasen sobre él.13 Deje de ser su corazón de hombre, désele un corazón de bestia y pasen por él siete tiempos.
14 Por un decreto de los Guardianes se pronuncia esta sentencia, y por una orden de los Santos, esta decisión, para que los vivientes reconozcan que el Altísimo domina sobre la realeza de los hombres, que él la da a quien quiere y eleva al más humilde de los hombres».14 Es la sentencia dictada por los Vigilantes, la cuestión decidida por los Santos, para que sepa todo ser viviente que el Altísimo domina sobre el reino de los hombres: se lo da a quien le place y exalta al más humilde de los hombres.”»
15 Este es el sueño que tuve, yo, el rey Nabucodonosor; y tú, Beltsasar, dame su interpretación, porque ninguno de los sabios de mi reino ha podido hacérmela conocer. Tú sí que eres capaz de hacerlo, porque en ti reside el espíritu de los dioses santos».15 «Tal es el sueño que he tenido yo, el rey Nabucodonosor. Tú, Beltsassar, dime su interpretación, ya que ninguno de los sabios de mi reino ha podido darme a conocer su interpretación; pero tú puedes, porque en ti reside el espíritu de los dioses santos».
16 Daniel, llamado Beltsasar, quedó aturdido por un instante y sus pensamientos lo llenaron de espanto. Pero el rey tomó la palabra y dijo: «Beltsasar, que no te espanten el sueño y su interpretación». Beltsasar respondió, diciendo: «Señor mío, ¡que este sueño sea para tus enemigos, y su interpretación para tus adversarios!16 Entonces Daniel, por sobrenombre Beltsassar, quedó un instante aturdido y turbado en sus pensamientos. El rey tomó la palabra y dijo: «Beltsassar, no te turbe este sueño y su interpretación». Respondió Beltsassar: «¡ Oh mi señor, sea este sueño para tus enemigos y su interpretación para tus adversarios!
17 El árbol que tú viste, que creció y se volvió corpulento, cuya altura llegaba hasta el cielo y se lo veía desde toda la tierra,17 Ese árbol que has visto, que se hizo grande y corpulento, cuya altura llegaba hasta el cielo y que era visible en toda la tierra,
18 que tenía un hermoso follaje y fruto abundante, en el que había alimentos para todos, bajo el cual habitaban los animales de los campos y en cuyas ramas anidaban los pájaros del cielo,18 que tenía hermoso ramaje y abundante fruto, en el que había alimento para todos, bajo el cual se cobijaban las bestias del campo y en cuyas ramas anidaban los pájaros del cielo,
19 ese árbol eres tú, rey. Porque tú has crecido y te has hecho poderoso; ha crecido tu grandeza y ha llegado hasta el cielo, y tu dominio se extiende hasta los extremos de la tierra.19 eres tú, oh rey, que te has hecho grande y poderoso, cuya grandeza ha crecido y ha llegado hasta el cielo, y cuyo dominio se extiende hasta los confines de la tierra.
20 El rey ha visto además a un Guardián, un Santo, que descendía del cielo y decía: «Derriben el árbol y destrúyanlo. Pero dejen en la tierra el tronco con sus raíces, sujeto con cadenas de hierro y bronce, entre la hierba de los campos. Que sea empapado por el rocío del cielo y que tenga su parte con los animales de los campos, hasta que pasen sobre él siete tiempos».20 «En cuanto a lo que ha visto el rey: un Vigilante, un santo que bajaba del cielo y decía: “Abatid el árbol, destruidlo, pero el tocón y sus raíces dejadlos en tierra, con ataduras de hierro y bronce, entre la hierba del campo, y sea bañado del rocío del cielo y comparta la suerte con las bestias del campo hasta que hayan pasado por él siete tiempos”,
21 Esta es la interpretación, rey, y es el decreto del Altísimo que alcanza a mi señor el rey.21 ésta es su interpretación, oh rey, y el decreto del Altísimo que ha tocado a mi señor el rey:
22 Tú serás arrojado de entre los hombres, y convivirás con los animales de los campos; te alimentarás de hierba como los bueyes y serás empapado por el rocío del cielo; siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo domina sobre la realeza de los hombres y que él la da a quien quiere.22 «Serás arrojado de entre los hombres y con las bestias del campo morarás; hierba, como los bueyes, tendrás por comida, y serás bañado del rocío del cielo; siete tiempos pasarán por ti, hasta que reconozcas que el Altísimo domina sobre el imperio de los hombres y que se lo da a quien le place.
23 Y si se ha ordenado dejar el tronco con las raíces del árbol, es porque conservarás tu realeza, apenas hayas reconocido que es el Cielo el que domina.23 «Y la orden de dejar el tocón y las raíces del árbol, significa que tu reino se te conservará hasta que hayas reconocido que todo poder viene del Cielo.
24 Por eso, rey, acepta mi consejo: redime tus pecados con la justicia y tus faltas con la misericordia hacia los pobres; tal vez así tu prosperidad será duradera».24 Por eso, oh rey, acepta mi consejo: rompe tus pecados con obras de justicia y tus iniquidades con misericordia para con los pobres, para que tu ventura sea larga».
25 Todo esto le sucedió al rey Nabucodonosor.25 Todo esto le sobrevino al rey Nabucodonosor.
26 Al cabo de doce meses, mientras se paseaba por la terraza del palacio real de Babilonia,26 Doce meses después, paseándose por la terraza del palacio real de Babilonia,
27 el rey tomó la palabra y dijo: «¿No es esta la gran Babilonia, que yo edifiqué como residencia real gracias a mi poderío y para gloria de mi majestad?».27 iba diciendo el rey: «¿No es ésta la gran Babilonia que yo he edificado como mi residencia real, con el poder de mi fuerza y para la gloria de mi majestad?»
28 La palabra estaba todavía en la boca del rey, cuando cayó del cielo una voz: «A ti, rey Nabucodonosor, se dirige esta palabra: La realeza te será retirada.28 Aún estaban estas palabras en la boca del rey, cuando una voz cayó del cielo: «¡A ti se te habla, rey Nabucodonosor! La realeza se te ha ido.
29 Te arrojarán de entre los hombres y convivirás con los animales de los campos; te alimentarás de hierba como los bueyes, y pasarán sobre ti siete tiempos, hasta que reconozcas que el Altísimo domina sobre la realeza de los hombres y él la da a quien quiere».29 De entre los hombres serás arrojado, con las bestias del campo morarás; hierba como los bueyes tendrás por comida, y siete tiempos pasarán por ti, hasta que reconozcas que el Altísimo domina sobre el reino de los hombres, y se lo da a quien le place».
30 En ese mismo instante, la palabra se cumplió en Nabucodonosor: él fue arrojado de entre los hombres; empezó a comer hierba como los bueyes y su cuerpo fue empapado por el rocío, hasta que sus cabellos crecieron como plumas de águila y sus uñas, como las de los pájaros.30 Y al punto se cumplió la palabra en Nabucodonosor: fue arrojado de entre los hombres, se alimentó de hierba como los bueyes, su cuerpo fue bañado del rocío del cielo, hasta crecerle sus cabellos como plumas de águila y sus uñas como las de las aves.
31 Al cabo de los días fijados, yo, Nabucodonosor, levanté mis ojos hacia al cielo, y recobré la razón. Entonces bendije al Altísimo, glorifiqué y celebré al que vive eternamente, cuyo dominio es un dominio eterno y cuyo reino dura de generación en generación.31 «Al cabo del tiempo fijado, yo, Nabucodonosor, levanté los ojos al cielo, y la razón volvió a mí; entonces bendije al Altísimo, alabando y exaltando al que vive eternamente, cuyo imperio es un imperio eterno, y cuyo reino dura por todas las generaciones.
32 Todos los habitantes de la tierra no cuentan para nada ante él; él hace lo que le agrada con el Ejército de los cielos y con los habitantes de la tierra, y no hay nadie que pueda tomarle la mano y decirle: «¿Qué haces?».32 Los habitantes todos de la tierra ante él, como si no contaran, hace lo que quiere con el ejército del cielo y con los habitantes de la tierra. Nadie puede detener su mano o decirle: “¿Qué haces?”
33 En ese momento, recobré la razón; y para gloria de mi realeza, también recuperé la majestad y el esplendor. Mis familiares y mis dignatarios acudieron a mí; yo fui restablecido en mi reino y mi grandeza se acrecentó extraordinariamente.33 «En aquel momento, la razón volvió a mí, y para gloria de mi realeza volvieron también a mí majestad y esplendor; mis consejeros y mis grandes me reclamaron, se me restableció en mi reino, y se me dio una grandeza todavía mayor.
34 Ahora yo, Nabucodonosor, glorifico, exalto y celebro al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdad y sus caminos son justicia. Y él tiene poder para humillar a los que caminan con arrogancia.34 Ahora, pues, yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey del Cielo, porque sus obras todas son verdad, justicia todos sus caminos; él sabe humillar a los que caminan con orgullo».