Scrutatio

Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

Ezequiel 20


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1El séptimo año, el día diez del quinto mes, algunos de los ancianos de Israel vinieron a consultar al Señor y se sentaron delante de mí.2La palabra del Señor me llegó en estos términos:3Hijo de hombre, habla a los ancianos de Israel y diles: Así habla el Señor: ¿Ustedes han venido a consultarme? Juro por mi vida que no permitiré que ustedes me consulten –oráculo del Señor–.4¿Vas a juzgarlos? ¿Vas a juzgarlos, hijo de hombre? Dales a conocer las abominaciones de sus padres.5Tú les dirás: Así habla el Señor: El día en que elegí a Israel, alcé mi mano para hacer un juramento a la descendencia de Jacob y me manifesté a ellos en la tierra de Egipto; alcé mi mano y les dije: Yo soy el Señor, su Dios,6Aquel día, alcé mi mano, jurándoles que los haría salir del país de Egipto y los llevaría a una tierra que yo mismo había explorado para ellos: una tierra que mana leche y miel, el más espléndido de todos los países.7Les dije: Arrojen lejos de ustedes las cosas abominables que atraen sus miradas y no se contaminen con los ídolos de Egipto: Yo soy el Señor, su Dios.8Pero ellos se rebelaron contra mí y no quisieron escucharme: ninguno arrojó las cosas abominables que atraían sus miradas y no abandonaron los ídolos de Egipto. Entonces yo pensé derramar mi furor y desahogar mi ira contra ellos en la tierra de Egipto.9Pero actué a causa de mi Nombre, para que no fuera profanado a los ojos de las naciones en medio de las cuales habitaban: yo me manifesté a ellos ante los ojos de aquellas naciones, haciéndolos salir del país de Egipto.10Yo los hice salir de país de Egipto y los conduje al desierto.11Les di mis preceptos y les hice conocer mis leyes, que hacen vivir al hombre que las practica.12Les di además mis sábados, como una señal entre ellos y yo, para que supieran que yo, el Señor, soy el que los santifico.13Pero la casa de Israel se rebeló contra mi en el desierto: ellos no siguieron mis preceptos y despreciaron mis leyes, que hacen vivir al hombre que las practica, y no hicieron más que profanar mis sábados. Entonces pensé derramar mi furor sobre ellos en el desierto para exterminarlos.14Pero actué a causa de mi Nombre, para que no fuera profanado a los ojos de las naciones, en cuya presencia los había hecho salir de Egipto.15No obstante, alcé mi mano en el desierto para jurarles que no los dejaría entrar en la tierra que les había dado, esa tierra que mana leche y miel, el más espléndido de todos los países.16Yo obré así, porque habían despreciado mis leyes, no habían seguido mis preceptos y habían profanado mis sábados, por el apego que tenían a sus ídolos.17Con todo, tuve compasión de ellos, de manera que no los destruí ni los exterminé en el desierto.18Dije entonces a sus hijos en el desierto: No sigan los preceptos de sus padres, no observen sus leyes ni se contaminen con sus ídolos.19Yo, el Señor, soy su Dios; sigan mis preceptos y observen mis leyes, poniéndolas en práctica.20Santifiquen mis sábados: que ellos sean una señal entre ustedes y yo, para que se sepa que yo, el Señor, soy su Dios.21Pero también los hijos se rebelaron contra mí, no siguieron mis preceptos ni observaron mis leyes, poniéndolas en práctica –esas leyes que hacen vivir al hombre que las practica– y profanaron mis sábados. Entonces pensé derramar mi furor y desahogar mi ira contra ellos en el desierto.22Sin embargo, retiré mi mano y actué a causa de mi Nombre, para que no fuera profanado a los ojos de las naciones, en cuya presencia los había hecho salir.23Pero una vez más, alcé mi mano en el desierto, para jurarles que los dispersaría entre las naciones y los diseminaría por los países,24ya que no habían practicado mis leyes, habían despreciado mis preceptos y profanado mis sábados, y tenían la mirada puesta en los ídolos de sus padres.25Incluso, llegué a imponerles preceptos que no eran buenos, y leyes que no dan la vida.26Yo los contaminé con sus propias ofrendas, cuando inmolaban en el fuego a todos los primogénitos, y los hice con el fin de inspirarles horror, para que supieran que yo soy el Señor.27Por eso, hijo de hombre, habla a la casa de Israel y diles: Así habla el Señor: Sus padres me ultrajaron más todavía, cometiendo esta infidelidad contra mí:28cuando los hice entrar en la tierra que, con la mano levantada, había jurado darles, ellos, al ver cualquier colina o cualquier árbol frondoso, ofrecían allí sus sacrificios, presentaban allí sus ofrendas provocativas, depositaban allí sus perfumes de aroma agradable y derramaban allí sus libaciones.29Yo les dije entonces: «¿Qué es ese lugar alto al que ustedes van?». Y lo llamaron «Lugar alto» hasta el día de hoy.30Por eso, di a la casa de Israel: Así habla el Señor: ¡Ustedes se están contaminando de la misma manera que sus padres y se están prostituyendo con sus abominaciones!31Al presentar sus dones, inmolando a sus hijos en el fuego, se están contaminando con todos sus hijos hasta el día de hoy, ¿y yo me dejaré consultar por ustedes, casa de Israel? Juro por mi vida –oráculo del Señor– que no me dejaré consultar por ustedes.32No sucederá nada de lo que ustedes se imaginan cuando dicen: «Seremos como las demás naciones, como las tribus de los otros países, servidores de la madera y de la piedra».33Juro por mi vida –oráculo del Señor– que reinaré sobre ustedes con mano fuerte y brazo extendido, y con furor incontenible.34Los sacaré de entre los pueblos y los reuniré de entre los países donde habían sido dispersados con mano fuerte y brazo extendido, y con furor incontenible.35Los llevaré al desierto de los pueblos y allí entraré en juicio con ustedes cara a cara.36Así como entré en juicio con sus padres en el desierto del país de Egipto, así lo haré con ustedes –oráculo del Señor–.37Los haré pasar bajo la vara y los introduciré en el vínculo de la alianza.38Excluiré de entre ustedes a los rebeldes y a los que me han sido infieles: a ellos los haré salir del país donde viven como extranjeros, pero no entrarán en la tierra de Israel, y así ustedes sabrán que yo soy el Señor.39En cuanto a ustedes, casa de Israel, así habla el Señor: Que cada uno vaya a servir a sus ídolos, pero juro que después ustedes me escucharán y ya no profanarán más mi santo Nombre con sus ofrendas y sus ídolos.40Porque en mi santa montaña, en la santa montaña de Israel –oráculo del Señor–, allí me servirá todo el pueblo de Israel, congregado enteramente en el país. Allí los recibiré con agrado y aceptaré sus ofrendas, lo mejor de sus contribuciones y los dones que me consagren.41Yo los recibiré a ustedes con un perfume de aroma agradable, cuando los haga salir de entre los pueblos y los reúna de entre los países donde estaban dispersos, y por medio de ustedes pondré de manifiesto mi santidad a los ojos de las naciones.42Y cuando los haga entrar en la tierra de Israel, en el país que, con la mano levantada, juré dar a sus padres, ustedes sabrán que yo soy el Señor.43Allí se acordarán de su conducta y de todas las acciones con las cuales se han contaminado, y sentirán asco de ustedes mismos a causa de todas las maldades que han cometido.44Y ustedes, casa de Israel, sabrán que yo soy el Señor, cuando actúe en favor de ustedes a causa de mi Nombre, y no según su mala conducta y sus acciones corrompidas –oráculo del Señor–.