Scrutatio

Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

2 Macabeos 11


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1Muy poco tiempo después, Lisias, tutor y familiar del rey, que estaba al frente de los asuntos de Estado,2reunió unos ochenta mil hombres y toda la caballería, y marchó contra los judíos. Tenía la intención de convertir la ciudad en un lugar de residencia para los griegos,3de hacer del Santuario una fuente de recursos, como los otros santuarios de los paganos, y de poner en venta cada año el cargo de Sumo Sacerdote.4El no tenía en cuenta para nada el poder de Dios, porque estaba engreído con sus regimientos de infantería, sus millares de jinetes y sus ochenta elefantes.5Una vez que penetró en Judea, se acercó a Betsur, una plaza fuerte que distaba unos veintiocho kilómetros de Jerusalén, y la sitió.6Cuando los partidarios del Macabeo supieron que Lisias había sitiado la fortaleza, comenzaron a suplicar al Señor con gemidos y lágrimas, unidos a la multitud, pidiéndole que enviara un ángel protector para salvar a Israel.7El propio Macabeo, que fue el primero en empuñar las armas, exhortó a los demás a afrontar el peligro junto a él, a fin de salvar a sus hermanos. Todos se lanzaron al combate con gran entusiasmo8y, cuando todavía estaban cerca de Jerusalén, apareció al frente de ellos un jinete con vestiduras blancas y esgrimiendo armas de oro.9Todos bendijeron unánimemente al Dios misericordioso, y se enardecieron de tal manera, que estaban dispuestos a acometer, no sólo contra los hombres, sino también contra las bestias más feroces y aun contra murallas de hierro.10Así avanzaron en orden de batalla, protegidos por su aliado celestial, porque el Señor se había compadecido de ellos.11Y lanzándose como leones contra los enemigos, derribaron a once mil soldados y a mil seiscientos jinetes, y a todos los demás los obligaron a huir.12La mayoría de estos escaparon heridos y sin armas, y el mismo Lisias se salvó huyendo vergonzosamente.13Como Lisias no era ningún insensato, reflexionó sobre la derrota que acababa de sufrir, y reconoció que los hebreos eran invencibles porque el Dios poderoso combatía con ellos.14Entonces les envió una embajada para proponerles una reconciliación en condiciones razonables, prometiéndoles que induciría al rey a hacerse amigo de ellos.15El Macabeo, no teniendo otra preocupación que el bien público, accedió a todas las propuestas de Lisias; y el rey concedió todo lo que el Macabeo había pedido por escrito a Lisias en favor de los judíos.16La carta escrita por Lisias a los judíos decía lo siguiente: «Lisias saluda a la comunidad de los judíos.17Juan y Absalón, los legados de ustedes, al entregarme por escrito sus peticiones, me han pedido una respuesta favorable respecto de lo allí consignado.18Ya he comunicado al rey todo lo que era necesario notificarle, y él ha otorgado todo lo que le pareció admisible.19Por lo tanto, si mantienen su buena disposición respecto del Estado, yo procuraré favorecerlos en adelante.20En cuanto a las cuestiones de detalle, he dado instrucciones a sus enviados y a los míos, para que las discutan con ustedes.21¡Qué les vaya bien! Año ciento cuarenta y ocho, el veinticuatro del mes de Dióscoro».22La carta del rey estaba concebida en estos términos: «El rey Antíoco saluda a su hermano Lisias.23Habiendo pasado nuestro padre a la compañía de los dioses, deseamos que los súbditos de nuestro reino puedan dedicarse sin temor al cuidado de sus propios intereses.24Y como hemos sabido que los judíos no quieren adoptar las costumbres helénicas prometidas por nuestro padre, sino que prefieren seguir sus propias costumbres y piden que se les permita vivir conforme a sus leyes,25deseosos de que también esta nación esté tranquila, decretamos que su Santuario sea restituido a su primitivo estado y que ellos se gobiernen de acuerdo con las costumbres de sus antepasados.26Por lo tanto, harás un buen servicio enviándoles una embajada de paz, a fin de que, conociendo nuestra decisión, puedan vivir confiados y se dediquen de buen ánimo a sus propias ocupaciones».27Esta es la carta del rey al pueblo: «El rey Antíoco saluda al Consejo de los ancianos y a todos los judíos.28Es nuestro deseo que se encuentren bien. También nosotros gozamos de perfecta salud.29Menelao nos ha hecho saber el deseo que ustedes tienen de volver a sus propios hogares.30A todos los que se pongan en camino antes del treinta del mes de Xántico, se les asegura la impunidad.31Los judíos podrán gobernarse según sus leyes, como lo hacían antes, especialmente en lo que se refiere a los alimentos, y ninguno de ellos será molestado para nada a causa de las faltas cometidas por ignorancia.32Les envió además a Menelao para que les infunda confianza.33¡Qué les vaya bien! Año ciento cuarenta y ocho, el quince del mes de Xántico.34También los romanos enviaron a los judíos la siguiente carta: «Quinto Memio y Tito Manio, legados de los romanos, saludan al pueblo de los judíos.35Damos nuestro consentimiento a todo lo que les ha concedido Lisias, familiar del rey.36Pero en lo que respecta a lo que él consideró que debía someter al juicio del rey, envíennos urgentemente a alguien con instrucciones detalladas sobre el particular, para que las expongamos como les conviene a ustedes, ya que vamos a ir a Antioquía.37Mándennos a algunos lo antes posible, a fin de que también nosotros conozcamos el punto de vista de ustedes.38¡Salud! Año ciento cuarenta y ocho, el quince del mes de Xántico.