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Venerdi, 10 maggio 2024 - San Giobbe ( Letture di oggi)

1 Macabeos 6


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EL LIBRO DEL PUEBLO DE DIOSBIBLIA
1 Mientras tanto, el rey Antíoco recorría las provincias de la meseta. Allí se enteró de que en Persia había una ciudad llamada Elimaida, célebre por sus riquezas, su plata y su oro.1 El rey Antíoco, en su recorrido por la región alta, tuvo noticia de que había una ciudad en Persia, llamada Elimaida, famosa por sus riquezas, su plata y su oro.
2 Ella tenía un templo muy rico, donde se guardaban armaduras de oro, corazas y armas dejadas allí por Alejandro, hijo de Filipo y rey de Macedonia, el primero que reinó sobre los griegos.2 Tenía un templo rico en extremo, donde se guardaban armaduras de oro, corazas y armas dejadas allí por Alejandro, hijo de Filipo, rey de Macedonia, que fue el primer rey de los griegos.
3 Antíoco se dirigió a esa ciudad para apoderarse de ella y saquearla, pero no lo consiguió, porque los habitantes de la ciudad, al conocer sus planes,3 Allá se fue con intención de tomar la ciudad y entrar a saco en ella. Pero no lo consiguió, porque los habitantes de la ciudad, al conocer sus propósitos,
4 le opusieron resistencia. El tuvo que huir y se retiró de allí muy amargado para volver a Babilonia.4 le ofrecieron resistencia armada, y tuvo que salir huyendo y marcharse de allí con gran tristeza para volverse a Babilonia.
5 Cuando todavía estaba en Persia, le anunciaron que la expedición contra el país de Judá había fracasado.5 Todavía se hallaba en Persia, cuando llegó un mensajero anunciándole la derrota de las tropas enviadas a la tierra de Judá.
6 Le comunicaron que Lisias había ido al frente de un poderoso ejército, pero había tenido que retroceder ante los judíos, y que estos habían acrecentado su poder, gracias a las armas y al cuantioso botín tomado a los ejércitos vencidos.6 Lisias, en primer lugar, había ido al frente de un poderoso ejército, pero había tenido que huir ante los judíos. Estos se habían crecido con las tropas y los muchos despojos tomados a los ejércitos vencidos.
7 Además, habían destruido la Abominación que él había erigido sobre el altar de Jerusalén y habían rodeado el Santuario de altas murallas como antes, haciendo lo mismo con Betsur, que era una de las ciudades del rey.7 Habían destruido la Abominación levantada por él sobre el altar de Jerusalén. Habían rodeado de altas murallas como antes el santuario, así como a Bet Sur, ciudad del rey.
8 Al oír tales noticias, el rey quedó consternado, presa de una violenta agitación, y cayó en cama enfermo de tristeza, porque las cosas no le habían salido como él deseaba.8 Ante tales noticias, quedó el rey consternado, presa de intensa agitación, y cayó en cama enfermo de pesadumbre por no haberle salido las cosas como él quisiera.
9 Así pasó muchos días, sin poder librarse de su melancolía, hasta que sintió que se iba a morir.9 Muchos días permaneció allí, renovándosele sin cesar la profunda tristeza, hasta que sintió que se iba a morir.
10 Entonces hizo venir a todos sus amigos y les dijo: «No puedo conciliar el sueño y me siento desfallecer.10 Hizo venir entonces a todos sus amigos y les dijo: «Huye el sueño de mis ojos y mi corazón desfallece de ansiedad.
11 Yo me pregunto cómo he llegado al estado de aflicción y de amargura en que ahora me encuentro, yo que era generoso y amado mientras ejercía el poder.11 Me decía a mí mismo: ¿Por qué he llegado a este extremo de aflicción y me encuentro en tan gran tribulación, siendo así que he sido bueno y amado en mi gobierno?
12 Pero ahora caigo en la cuenta de los males que causé en Jerusalén, cuando robé los objetos de plata y oro que había allí y mandé exterminar sin motivo a los habitantes de Judá.12 Pero ahora caigo en cuenta de los males que hice en Jerusalén, cuando me llevé los objetos de plata y oro que en ella había y envié gente para exterminar sin motivo a los habitantes de Judá.
13 Reconozco que por eso me suceden todos estos males y muero de pesadumbre en tierra extranjera».13 Reconozco que por esta causa me han sobrevenido los males presentes y muero de inmensa pesadumbre en tierra extraña».
14 Luego, llamó a Filipo, uno de sus Amigos, y lo puso al frente de todo su reino.14 Llamó luego a Filipo, uno de sus amigos, y le puso al frente de todo su reino.
15 Le entregó su diadema, su manto y su anillo, encargándole que dirigiera a su hijo Antíoco y lo educara para que fuera rey.15 Le dio su diadema, sus vestidos y su anillo, encargándole que educara a su hijo Antíoco y le preparara para que fuese rey.
16 El rey Antíoco murió en aquel lugar, el año ciento cuarenta y nueve.16 Allí murió el rey Antíoco el año 149.
17 Cuando Lisias se enteró de la muerte del rey, puso en el trono a su hijo Antíoco, que él había educado desde niño, dándole el sobrenombre de Eupátor.17 Lisias, al saber la muerte del rey, puso en el trono a su hijo Antíoco, al que había educado desde niño, y le dio el sobrenombre de Eupátor.
18 La gente de la Ciudadela tenía confinados a los israelitas alrededor del Santuario, y no perdía ocasión de hacerles mal y de apoyar a los paganos.18 La guarnición de la Ciudadela tenía sitiado a Israel en el recinto del Lugar Santo; buscaba siempre ocasión de causarle mal y de ofrecer apoyo a los gentiles.
19 Judas resolvió acabar con ellos y convocó a todo el ejército para sitiarlos.19 Resuelto Judas a exterminarlos, convocó a todo el pueblo para sitiarles.
20 El año ciento cincuenta, se reunieron todos y sitiaron la Ciudadela, construyendo torres de asalto y empalizadas.20 El año 150, una vez reunidos, dieron comienzo al sitio de la Ciudadela y construyeron plataformas de tiro e ingenios de guerra.
21 Pero varios de los sitiados rompieron el cerco y se les unieron algunos renegados de Israel,21 Pero algunos de los sitiados lograron romper el cerco y juntándoseles otros de entre los impíos de Israel,
22 que acudieron al rey para decirle: «¿Hasta cuándo vas a estar sin hacernos justicia y sin vengar a nuestros hermanos?22 acudieron al rey para decirle: «¿Hasta cuándo vas a estar sin hacer justicia y sin vengar a nuestros hermanos?
23 Nosotros aceptamos de buen grado servir a tu padre, cumplir sus órdenes y obedecer sus decretos.23 Nosotros aceptamos de buen grado servir a tu padre, seguir sus órdenes y obedecer sus edictos.
24 Por eso, nuestros compatriotas han sitiado la Ciudadela y nos tratan como extraños. Más aún, han matado a los nuestros que caían en sus manos y han confiscado nuestros bienes.24 Esta es la causa por la que nuestros conciudadanos se nos muestran hostiles. Han matado a cuantos de nosotros han caído en sus manos y nos han arrebatado nuestras haciendas.
25 Y no sólo han levantado su mano contra nosotros, sino que también sobre todos los países limítrofes,25 Pero no sólo han alzado su mano sobre nosotros, sino también sobre todos tus territorios.
26 Ahora mismo tienen sitiada la Ciudadela de Jerusalén para apoderarse de ella y han fortificado el Santuario y la ciudad de Betsur.26 He aquí que hoy tienen puesto cerco a la Ciudadela de Jerusalén con intención de tomarla y han fortificado el santuario y Bet Sur.
27 Si no te adelantas rápidamente, harán cosas mayores todavía y ya no podrás detenerlos».27 Si no te apresuras a atajarles, se atreverán a más, y ya te será imposible contenerles».
28 El rey, al oír esto, se enfureció y convocó a todos sus Amigos, a los capitanes del ejército y a los comandantes de caballería.28 Al oírlo el rey, montó en cólera y convocó a todos sus amigos, capitanes del ejército y comandantes de la caballería.
29 Además, le llegaron tropas mercenarias de otros reinos y de las islas del mar.29 Le llegaron tropas mercenarias de otros reinos y de la islas del mar.
30 El número de sus fuerzas era de cien mil soldados, veinte mil jinetes y treinta y dos elefantes adiestrados para la guerra.30 El número de sus fuerzas era de 10.000 infantes, 20.000 jinetes y 32 elefantes adiestrados para la guerra.
31 Entraron por Idumea y acamparon cerca de Betsur, atacándola durante mucho tiempo con máquinas de guerra. Pero los sitiados, en una salida sorpresiva, se las quemaron y combatieron valerosamente.31 Viniendo por Idumea, pusieron cerco a Bet Sur y la atacaron durante mucho tiempo, valiéndose de ingenios de guerra. Pero los sitiados, en salidas que hacían, se los quemaban y peleaban valerosamente.
32 Entonces Judas levantó el sitio de la Ciudades y acampó en Betzacaría, frente al campamento del rey.32 Entonces Judas partió de la Ciudadela y acampó en Bet Zacaría, frente al campamento real.
33 A la mañana siguiente, el rey se levantó de madrugada y condujo apresuradamente al ejército por el camino de Betzacaría. Las tropas se dispusieron para el ataque y se tocaron las trompetas.33 El rey se levantó de madrugada y puso en marcha el ejército con todo su ímpetu por el camino de Bet Zacaría. Los ejércitos se dispusieron para entrar en batalla y se tocaron las trompetas.
34 A los elefantes les mostraron mosto de uva y de moras para excitarlos al combate.34 A los elefantes les habían mostrado zumo de uvas y moras para prepararlos al combate.
35 Los animales estaban repartidos entre los batallones. Al lado de cada elefante se alineaban mil hombres con cota de malla y cascos de bronce, además de quinientos jinetes escogidos.35 Las bestias estaban repartidas entre las falanges. Mil hombres, con cota de malla y casco de bronce en la cabeza, se alineaban al lado de cada elefante. Además, con cada bestia iban quinientos jinetes escogidos,
36 Estos estaban pendientes de los movimientos del animal, de manera que adonde iba él, iban también ellos, sin apartarse de su lado.36 que estaban donde el animal estuviese y le acompañaban adonde fuese, sin apartarse de él.
37 Cada elefante llevaba encima, sujeta con cinchas, una sólida torre de madera que servía de defensa, y en cada una de ellas iban tres guerreros que combatían desde allí, además del conductor.37 Cada elefante llevaba sobre sí, sujeta con cinchas, una torre fuerte de madera como defensa y tres guerreros que combatían desde ella, además del conductor.
38 En cuanto al resto de la caballería, el rey la ubicó a un lado y a otro, sobre los flancos del ejército, con la misión de hostigar al enemigo y cubrir a los batallones.38 Al resto de la caballería el rey lo colocó a un lado y otro, en los flancos del ejército, con la misión de hostigar al enemigo y proteger las falanges.
39 Cuando el sol brilló sobre el oro y el bronce de los escudos, sus reflejos iluminaron las montañas que relucían como antorchas.39 Cuando el sol dio sobre los escudos de oro y bronce, resplandecieron los montes a su fulgor y brillaron como antorchas encendidas.
40 Una parte del ejército real se había alineado en lo alto de la montaña, y la otra en el valle. Todos avanzaban con paso seguro y en perfecto orden.40 Una parte del ejército real se desplegó por las alturas de los montes, mientras algunos lo hicieron por el llano; y avanzaban con seguridad y buen orden.
41 Los israelitas se estremecían al oír el rumor de aquella multitud, el ruido de su marcha y el estrépito de sus armas, porque era un ejército inmenso y poderoso.41 Se estremecían todos los que oían el griterío de aquella muchedumbre y el estruendo que levantaba al marchar y entrechocar las armas; era, en efecto, un ejército muy grande y fuerte.
42 Entonces Judas se adelantó con sus tropas para entrar en batalla, y cayeron seiscientos hombres del ejército real.42 Judas y su ejército se adelantaron para entrar en batalla, y sucumbieron seiscientos hombres del ejército real.
43 Mientras tanto, Eleazar, llamado Avarán, vio a un elefante pertrechado con una cota real, que sobresalía entre todos los demás, y pensó que en él iba el rey.43 Eleazar, llamado Avarán, viendo una de las bestias que iba protegida de una coraza real y que aventajaba en corpulencia a todas las demás, creyó que el rey iba en ella,
44 Entonces sacrificó su propia vida para salvar a su pueblo y adquirir una fama imperecedera.44 y se entregó por salvar a su pueblo y conseguir un nombre inmortal.
45 Corrió resueltamente hacia él, al través del batallón, matando a derecha e izquierda. Así se abrió paso a un lado y a otro45 Corrió audazmente hasta la bestia, metiéndose entre la falange, matando a derecha e izquierda y haciendo que los enemigos se apartaran de él a un lado y a otro;
46 y se deslizó por debajo del elefante, clavándole su espada. Al desplomarse por tierra el animal, cayó sobre él y lo mató.46 se deslizó debajo del elefante e hiriéndole por debajo, lo mató. Cayó a tierra el animal sobre él y allí murió Eleazar.
47 Pero los judíos, al ver el poderío del rey y el empuje de sus tropas, emprendieron la retirada.47 Los judíos, al fin, viendo la potencia del reino y la impetuosidad de sus tropas, cedieron ante ellas.
48 El ejército real subió a Jerusalén, al encuentro de los judíos, y el rey acampó frente a Judea y al monte Sión.48 El ejército real subió a Jerusalén, al encuentro de los judíos, y el rey acampó contra Judea y contra el monte Sión.
49 El hizo la paz con los habitantes de Betsur, que abandonaron la ciudad por carecer de víveres para resistir el asedio, ya que aquel era un año sabático para la tierra.49 Hizo la paz con los de Bet Sur, que salieron de la ciudad al no tener allí víveres para sostener el sitio por ser año sabático para la tierra.
50 El rey ocupó Betsur y dejó allí una guarnición para su defensa.50 El rey ocupó Bet Sur y dejó allí una guarnición para su defensa.
51 Durante mucho tiempo estuvo sitiando el Santuario. Levantó contra él ballestas y torres de asalto, lanzallamas y catapultas, lanza flechas y hondas.51 Muchos días estuvo sitiando el santuario. Levantó allí plataformas de tiro e ingenios de guerra, lanzallamas, catapultas, escorpiones de lanzar flechas y hondas.
52 Los sitiados, por su parte, construyeron armas similares para el contraataque, y así resistieron mucho tiempo.52 Por su parte, los sitiados construyeron ingenios contra los ingenios de los otros y combatieron durante muchos días.
53 Pero, al fin, se agotaron los víveres almacenados, porque era el séptimo año y, además, porque los refugiados en Judea, provenientes de las naciones, habían consumido las últimas reservas.53 Pero no había víveres en los almacenes, porque aquel era año séptimo, y además los israelitas liberados de los gentiles y traídos a Judea habían consumido las últimas reservas.
54 Así no quedaron en el Santuario más que unos pocos hombres, porque se hacía sentir el hambre. Los demás se dispersaron, cada uno por su lado.54 Víctimas, pues, del hambre, dejaron unos pocos hombres en el Lugar Santo y los demás se dispersaron cada uno a su casa.
55 Mientras tanto, Lisias se enteró de que Filipo –a quien el rey Antíoco había encargado antes de morir que educara a su hijo Antíoco, para que fuera rey –55 Se enteró Lisias de que Filipo, aquel a quien el rey Antíoco había confiado antes de morir la educación de su hijo Antíoco para el trono,
56 había vuelto de Persia y de Media con las tropas que acompañaron al rey, y trataba de tomar el poder.56 había vuelto de Persia y Media y con él las tropas que acompañaron al rey, y que trataba de hacerse con la dirección del gobierno.
57 Por eso pensó que era necesario partir en seguida y dijo al rey, a los capitanes del ejército y a los soldados: «Cada día estamos peor y escasean los víveres; el lugar que asediamos está bien fortificado y nos urgen los asuntos del reino.57 Entonces se apresuró a señalar la conveniencia de volverse, diciendo al rey, a los capitanes del ejército y a la tropa: «De día en día venimos a menos; las provisiones faltan; la plaza que asediamos está bien fortificada y los negocios del reino nos urgen.
58 Tendamos la mano a estos hombres, y hagamos la paz con ellos y con toda su nación.58 Demos, pues, la mano a estos hombres, hagamos la paz con ellos y con toda su nación
59 Dejemos que vivan según sus costumbres tradicionales, ya que se han irritado y han hecho todas estas cosas, porque nosotros hemos tratado de abolirlas».59 y permitámosles vivir según sus costumbres tradicionales, pues irritados por habérselas abolido nosotros, se han portado de esta manera».
60 El rey y los capitanes aprobaron la propuesta, y el rey mandó ofrecer la paz a los sitiados. Estos la aceptaron,60 El rey y los capitanes aprobaron la idea y el rey envió a proponer la paz a los sitiados. Estos la aceptaron
61 y el rey y los capitanes se comprometieron con un juramento.61 y el rey y los capitanes se la juraron. Con esta garantía salieron de la fortaleza
62 Con esta garantía salieron de la fortaleza y el rey subió al monte Sión. Pero al ver las fortificaciones de aquel lugar, violó el juramento que había hecho y ordenó destruir la muralla que lo rodeaba.62 y el rey entró en el monte Sión. Pero al ver la fortaleza de aquel lugar, violó el juramento que había hecho y ordenó destruir la muralla que lo rodeaba.
63 Luego partió rápidamente y volvió a Antioquía, donde encontró a Filipo dueño ya de la ciudad: lo atacó y ocupó la ciudad por la fuerza.63 Luego, a toda prisa, partió y volvió a Antioquía, donde encontró a Filipo dueño de la ciudad. Le atacó y se apoderó de la ciudad por la fuerza.