Scrutatio

Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

1 Macabeos 2


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1En esos días, Matatías, hijo de Juan, hijo de Simeón, sacerdote del linaje de Joarib, salió de Jerusalén y fue a establecerse a Modín.2Tenía cinco hijos: Juan, por sobrenombre Gadí;3Simón, llamado Tasí;4Judas, llamado Macabeo;5Eleazar, llamado Avarán; y Jonatán, llamado Afús.6Al ver las impiedades que se cometían en Judá y en Jerusalén,7Matatías exclamó: «¡Ay de mí! ¿Para esto he nacido? ¿Para ver la ruina de mi pueblo y la destrucción de la Ciudad Santa? ¿Para quedarme sentado en ella, mientras es entregada al poder del enemigo y el Santuario está en manos de extranjeros?8Su Templo ha quedado como un hombre envilecido,9los objetos que eran su gloria fueron llevados como botín, sus niños masacrados en las plazas, sus jóvenes pasados al fijo de la espada enemiga.10¿Qué pueblo no ha heredado su realeza, apoderándose de sus despojos?11Ella ha sido privada de todo su esplendor y de libre se ha convertido en esclava.12Y ahí está nuestro Santuario, nuestro honor y nuestro orgullo, convertido en un desierto y profanado por los paganos.13¿Vale la pena seguir viviendo así?14Matatías y sus hijos rasgaron sus vestiduras, se pusieron un sayal y se lamentaron amargamente.15Entre tanto, los delegados del rey, encargados de imponer la apostasía, llegaron a la ciudad de Modín, para exigir que se ofrecieran los sacrificios.16Se presentaron muchos israelitas, pero Matatías y sus hijos se agruparon aparte.17Entonces los enviados del rey fueron a decirle: «Tú eres un jefe ilustre y gozas de autoridad en esta ciudad, respaldado por hijos y hermanos.18Sé el primero en acercarte a ejecutar la orden del rey, como lo han hecho todas las naciones, y también los hombres de Judá y los que han quedado en Jerusalén. Así tú y tus hijos, serán contados entre los Amigos del rey y gratificados con plata, oro y numerosos regalos».19Matatías respondió en alta voz: «Aunque todas las naciones que están bajo el dominio del rey obedezcan y abandonen el culto de sus antepasados para someterse a sus órdenes,20yo, mis hijos y mis hermanos nos mantendremos fieles a la Alianza de nuestros padres.21El Cielo nos libre de abandonar la Ley y los preceptos.22Nosotros no acataremos las órdenes del rey desviándonos de nuestro culto, ni a la derecha ni a la izquierda».23Cuando acabó de pronunciar estas palabras un judío se adelantó a la vista de todos para ofrecer un sacrificio sobre el altar de Modín, conforme al decreto del rey.24Al ver esto, Matatías se enardeció de celo y se estremecieron sus entrañas; y dejándose llevar por una justa indignación, se abalanzó y lo degolló sobre el altar.25Ahí mismo mató al delegado real que obligaba a ofrecer los sacrificios y destruyó el altar.26Así manifestó su celo por la Ley, como lo había hecho Pinjás con Zimrí, hijo de Salú.27Luego comenzó a gritar por la ciudad con todas sus fuerzas: «Todo el que sienta celo por la Ley y quiera mantenerse fiel a la Alianza, que me siga».28Y abandonando todo lo que poseían en la ciudad, él y sus hijos huyeron a las montañas.29Entonces muchos judíos, amantes de la justicia y el derecho, se retiraron al desierto para establecerse allí30con sus mujeres, sus hijos y sus ganados, porque la desgracia se había desencadenado sobre ellos.31Los funcionarios del rey y la guarnición que residía en Jerusalén, en la Ciudad de David, recibieron la denuncia de que algunos hombres, conculcando la orden del rey, habían ido a ocultarse en los escondites del desierto.32Un fuerte contingente salió a perseguirlos y logró alcanzarlos. Los cercaron y se dispusieron a atacarlos. Era un día sábado,33y les dijeron: «¡Es hora de acabar con esto! ¡Salgan, cumplan la orden del rey y salvarán sus vidas!».34Ellos respondieron: «No saldremos, ni obedeceremos la orden real, profanando así el sábado».35Inmediatamente los atacaron,36pero ellos no se defendieron, ni siquiera arrojándoles piedras o cerrando la entrada de sus refugios.37«Muramos todos, decían, manteniendo nuestra integridad. El cielo y la tierra son testigos de que ustedes nos hacen perecer injustamente».38Así fueron atacados en pleno sábado, y perecieron los hombres con sus mujeres, sus hijos y el ganado. Eran en total unas mil personas.39Al enterarse de lo ocurrido, Matatías y sus amigos se lamentaron amargamente por las víctimas,40pero dijeron: «Si todos nos comportamos como nuestros hermanos y no peleamos contra esta gente en defensa de nuestras vidas y de nuestras costumbres, muy pronto nos exterminarán de la tierra».41Y aquel mismo día resolvieron lo siguiente: «Hagamos frente a todo el que venga a atacarnos en día sábado, para no morir como nuestros hermanos en sus refugios».42Entonces se les unió el grupo de los asideos, hombres valientes en Israel, todos ellos sinceramente fieles a la Ley.43También se les unieron y les prestaron su ayuda todos los que querían escapar de la opresión.44Así formaron una fuerza armada que comenzó a descargar su ira contra los pecadores y su furor contra los impíos. Los demás tuvieron que salvarse, huyendo a las naciones extranjeras.45Matatías y sus adeptos recorrieron el país, destruyendo altares,46y circuncidando por la fuerza a los niños incircuncisos que hallaron en el territorio de Israel.47Persiguieron a los arrogantes, y la campaña dio buenos resultados.48De esa manera defendieron la Ley contra los paganos y sus reyes, y no permitieron que prevalecieran los malvados.49Cuando la vida de Matatías llegaba a su fin, este dijo a sus hijos: «Ahora reinan la insolencia y el ultraje, es tiempo de perturbación y de furor desencadenado.50Por lo tanto, hijos míos, ardan de celo por la Ley, dando la vida por la Alianza de nuestros padres51Recuerden las obras que realizaron nuestros padres en su tiempo: así alcanzarán una inmensa gloria y una fama imperecedera.52¿Acaso Abraham no fue hallado fiel en la prueba y por eso Dios lo contó entre los justos?53José, en el momento de la angustia, observó la Ley, y así llegó a ser señor de Egipto.54Pinjás, nuestro padre, por su ardiente celo, recibió la alianza de un sacerdocio eterno.55Josué, por haber cumplido la palabra de Dios, llegó a ser juez en Israel.56Caleb, por haber dado testimonio ante la asamblea, recibió una herencia en el país.57David, por su piedad, heredó un trono real para siempre58Elías, por su ardiente celo por la Ley, fue arrebatado al cielo.59Ananías, Azarías y Misael, por haber confiado en Dios, fueron salvados de la llama.60Daniel, por su integridad, fue librado de las fauces de los leones.61Adviertan, entonces, que a lo largo de las generaciones los que esperan en él no sucumben jamás.62No teman las amenazas de un hombre pecador, porque su gloria acabará en podredumbre y gusanos.63hoy es exaltado y mañana desaparece, porque habrá vuelto al polvo de donde vino y sus proyectos quedarán frustrados.64Por eso, hijos míos, sean valientes, y manténganse firmes en el cumplimiento de la Ley, ya que gracias a ella serán colmados de gloria.65Ahí tienen a Simeón, su hermano. Yo sé que es hombre sensato: escúchenlo siempre, y hará las veces de padre.66Judas Macabeo ha sido valiente desde su juventud: que él sea el jefe del ejército y dirija la guerra contra los extranjeros.67Ustedes, por su parte, reúnan a todos los que practican la Ley y reivindiquen a nuestro pueblo.68Devuelvan a los paganos el mal que ellos les han hecho y observen los preceptos de la Ley».69Después los bendijo y fue a reunirse con sus padres.70Matatías murió el año ciento cuarenta y seis y fue sepultado en Modín, en el sepulcro de sus padres. Todo Israel hizo un gran duelo por él.