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Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

Éxodo 18


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1Jetró, sacerdote de Madián y suegro de Moisés, se enteró de todo lo que Dios había hecho en favor de Moisés y de su pueblo Israel, cuando el Señor hizo salir a Israel de Egipto.2Entonces partió llevando consigo a Sipora, la esposa de Moisés –que este había hecho regresar a su casa–3y a sus dos nietos. uno de ellos se llamaba Gersón, porque Moisés había dicho: «Fui un emigrante en tierra extranjera»;4y el otro se llamaba Eliezer, porque Moisés había dicho: «El Dios de mi padre es mi ayuda y me libró de la espada del Faraón».5Cuando Jetró, que venía con la esposa y los hijos de su yerno, llegó al desierto donde había acampado Moisés, junto a la montaña de Dios,6se hizo anunciar con estas palabras: «Aquí está Jetró, tu suegro, que viene a verte acompañado de tu esposa y de tus hijos».7Moisés salió enseguida al encuentro de su suegro, le hizo una profunda reverencia y lo besó. Después de saludarse mutuamente, entraron en la carpa.8Moisés relató a su suegro todo lo que el Señor había hecho al Faraón y a los egipcios a causa de Israel, las dificultades con que habían tropezado en el camino, y cómo el Señor los había librado.9Jetró manifestó su alegría por todo el bien que el Señor había dispensado a Israel, librándolo del poder de Egipto.10y exclamó: «Bendito sea el Señor que los libró de las manos de los egipcios y de las manos del Faraón.11Ahora sé que el Señor es más grande que todos los dioses, porque él salvó a su pueblo del poder de los egipcios, a causa de la arrogancia con que estos lo trataron».12Luego Jetró ofreció un holocausto y sacrificios a Dios, y Aarón y todos los ancianos de Israel fueron a participar de la comida con el suegro de Moisés, en la presencia de Dios.13Al día siguiente, Moisés se sentó para juzgar los asuntos que le presentaba el pueblo, mientras la gente permanecía de pie junto a él, de la mañana a la noche.14Su suegro, al ver todo lo que él hacía por el pueblo, le preguntó: «¿Qué significa eso que haces con el pueblo? ¿Por qué lo haces tú solo, mientras la gente se queda de pie junto a ti, de la mañana a la noche?15Moisés respondió a su suegro: Esa gente acude a mí para consultar a Dios.16Cuando tienen un pleito, acuden a mí. Entonces yo decido quién tiene razón, y les doy a conocer las disposiciones y las instrucciones de Dios».17El Suegro de Moisés le dijo: «Lo que haces no está bien.18Así quedarán completamente agotados, tú y toda esa gente que está contigo. Esa tarea es demasiado pesada para ti, y tú solo no puedes realizarla.19Ahora escúchame. Yo te daré un consejo, y que Dios esté contigo. Tú debes representar al pueblo delante de Dios y exponerle los asuntos de la gente.20Al mismo tiempo, tienes que inculcarles los preceptos y las instrucciones de Dios, y enseñarles el camino que deben seguir y la manera cómo deben comportarse.21Pero además tienes que elegir, entre todo el pueblo, a algunos hombres capaces, temerosos de Dios, dignos de confianza e insobornables, para constituirlos jefes del pueblo: jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez personas.22Ellos administrarán justicia al pueblo permanentemente. Si hay algún caso difícil, que te lo traigan a ti, pero que juzguen por sí mismos los casos de menor importancia. De esa manera, se aliviará tu carga, y ellos la compartirán contigo.23Si obras así, y Dios te da sus órdenes, tú podrás resistir y toda esa gente regresará en paz a sus hogares».24Moisés siguió el consejo de su suegro y puso en práctica todo lo que él le había indicado.25Entre todos los israelitas, eligió a algunas personas capaces, y las puso como jefes del pueblo: jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez personas,26que administraban justicia al pueblo permanentemente. Ellos presentaban a Moisés los asuntos más difíciles, y juzgaban por sí mismos las cuestiones de menor importancia.27Luego Moisés despidió a su suegro, y este regresó a su país.