Scrutatio

Sabato, 27 aprile 2024 - Santa Zita ( Letture di oggi)

1 Reyes 13


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1Un hombre de Dios vino a Judá a Betel, por orden del Señor, mientras Jeroboam estaba de pie junto al altar para quemar incienso.2Y gritó contra el altar, por orden del Señor: «¡Altar! ¡Altar! A la casa de David le nacerá un hijo –su nombre será Josías– y él inmolará sobre ti a los sacerdotes de los lugares altos que queman incienso sobre ti, y hará arder sobre ti huesos humanos».3Ese mismo día, el hombre de Dios dio una señal, diciendo: «Esta es la señal de que ha hablado el Señor: el altar se va a resquebrajar, y se desparramará la ceniza grasienta que hay sobre él».4Al oír la palabra que el hombre de Dios proclamaba contra el altar de Betel, Jeroboam extendió su brazo desde encima del altar, diciendo: «¡Deténganlo!». Pero el brazo que había extendido hacia el hombre de Dios le quedó paralizado, y no pudo volverlo atrás.5El altar se resquebrajó y se desparramó la ceniza grasienta que había en él, conforme a la señal que había dado el hombre de Dios por orden del Señor.6Entonces el rey tomó la palabra y dijo al hombre de Dios: «Aplaca, por favor, el rostro del Señor, tu Dios, y ruega por mí, para que pueda doblar mi brazo». El hombre de Dios aplacó el rostro del Señor, y el rey pudo doblar el brazo como antes.7El rey dijo entonces al hombre de Dios: «Entra conmigo en la casa para reconfortarte, y te dará un regalo».8Pero el hombre de Dios respondió al rey: «Aunque me des la mitad de tu casa, no iré contigo. No comeré pan ni beberé agua en este lugar,9porque esto es lo que se me ha mandado por orden del Señor: No comerás pan ni beberás agua, ni regresarás por el mismo camino».10Y se fue por otro camino, sin retomar el que había recorrido para venir a Betel.11Había un viejo profeta que vivía en Betel. Sus hijos fueron a contarle todo lo que el hombre de Dios había hecho aquel día en Betel, y también le contaron a su padre las palabras que había dicho al rey.12Su padre les preguntó: «¿Por qué camino se fue?». Los hijos le indicaron el camino que había tomado el hombre de Dios venido de Judá,13y él les dijo: «Ensíllenme el asno» Le ensillaron el asno y él se montó.14Luego se fue detrás del hombre de Dios y lo encontró sentado bajo el terebinto. «¿Eres tú el hombre de Dios que vino de Judá?», le preguntó. «Así es», respondió él.15Entonces el profeta le dijo: «Ven conmigo a casa a comer algo».16Pero el otro replicó: «No puedo volver contigo ni acompañarte. No comeré pan ni beberé agua contigo en este lugar,17porque esta es la orden que recibí del Señor: No comerás pan ni beberás agua cuando estés allí, ni regresarás por el camino que tomaste a la ida:.18El otro le dijo: «Yo también soy profeta como tú, y un ángel me dijo, por orden del Señor: Tráelo contigo a tu casa, para que coma pan y beba agua:. Pero en realidad le estaba mintiendo.19Así el hombre de Dios regresó con él, y comió y bebió en su casa.20Mientras estaban sentados a la mesa, la palabra del Señor llegó al profeta que lo había hecho volver,21y este gritó al hombre de Dios venido de Judá: «Así habla el Señor: Porque has sido rebelde a la orden del Señor y no has observado el mandato que te dio el Señor, tu Dios;22porque has regresado y has comido pan y bebido agua en el lugar del que te había dicho: «No comas pan ni bebas agua allí», por eso, tu cadáver no entrará en la tumba de tus padres».23Después que él comió y bebió, el profeta le ensilló el asno,24y el hombre de Dios emprendió el camino de regreso. Pero un león lo encontró en el camino y lo mató. Su cadáver quedó tendido en el camino, y el asno y el león permanecieron de pie al lado de él.25Unos hombres que pasaban por ahí vieron el cadáver tendido sobre el camino y al león parado junto a él, y fueron a dar la noticia a la ciudad donde vivía el viejo profeta.26Cuando se enteró el profeta que lo había hecho volver atrás, dijo: «¡Es el hombre de Dios que se rebeló contra la orden del Señor! El Señor lo entregó al león, que lo destrozó y lo mató, según la palabra que le había dicho el Señor».27Luego dijo a sus hijos: «Ensíllenme el asno». Cuando se lo ensillaron,28él partió y encontró el cadáver tendido sobre el camino, mientras que el asno y el león estaban de pie junto al cadáver; el león no había devorado el cadáver ni había despedazado al asno.29El viejo profeta recogió el cadáver del hombre de Dios, lo cargó sobre el asno y lo llevó a la ciudad para hacer duelo por él y enterrarlo.30Puso el cadáver en su propia tumba, y le entonaron la lamentación: «¡Ay, hermano mío!».31Después que lo enterraron, el profeta habló así a sus hijos: «Cuando yo muera, me enterrarán en la tumba donde ha sido sepultado el hombre de Dios; depositen mis huesos junto a los suyos,32porque ciertamente se cumplirá la palabra que él proclamó, por orden del Señor, contra el altar de Betel y contra todos los santuarios de los lugares altos que están en las ciudades de Samaría».33Después que sucedió esto, Jeroboam no se convirtió de su mala conducta. Volvió a instituir como sacerdotes de los lugares altos a personas tomadas del común de la gente; todo el que lo deseaba era investido por él y se convertía en sacerdote de los lugares altos.34Esto fue una ocasión de pecado para la casa de Jeroboam, y provocó su destrucción y su exterminio de la faz de la tierra.