SCRUTATIO

Giovedi, 19 giugno 2025 - San Romualdo ( Letture di oggi)

Marcos 4


EL LIBRO DEL PUEBLO DE DIOSBIBLIA
1 Jesús comenzó a enseñar de nuevo a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y sentarse en ella. Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla.1 Y otra vez se puso a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar.
2 El les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les enseñaba:2 Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su instrucción:
3 «¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar.3 «Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar.
4 Mientras sembraba, parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron.4 Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron.
5 Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida porque la tierra era poco profunda;5 Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida por no tener hondura de tierra;
6 pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó.6 pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se secó.
7 Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto.7 Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto.
8 Otros granos cayeron en buena tierra y dieron fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el ciento por uno».8 Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose, dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento».
9 Y decía: «¡El que tenga oídos para oír, que oiga!».9 Y decía: «Quien tenga oídos para oír, que oiga».
10 Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor de él junto con los Doce, le preguntaban por el sentido de las parábolas.10 Cuando quedó a solas, los que le seguían a una con los Doce le preguntaban sobre las parábolas.
11 Y Jesús les decía: «A ustedes se les ha confiado el misterio del Reino de Dios; en cambio, para los de afuera, todo es parábola,11 El les dijo: «A vosotros se os ha dado el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas,
12 a fin de que miren y no vean, oigan y no entiendan, no sea que se conviertan y alcancen el perdón».12 para que por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone».
13 Jesús les dijo: «¿No entienden esta parábola? ¿Cómo comprenderán entonces todas las demás?13 Y les dice: «¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, entonces, comprenderéis todas las parábolas?
14 El sembrador siembra la Palabra.14 El sembrador siembra la Palabra.
15 Los que están al borde del camino, son aquellos en quienes se siembra la Palabra; pero, apenas la escuchan, viene Satanás y se lleva la semilla sembrada en ellos.15 Los que están a lo largo del camino donde se siembra la Palabra son aquellos que, en cuanto la oyen, viene Satanás y se lleva la Palabra sembrada en ellos.
16 Igualmente, los que reciben la semilla en terreno rocoso son los que, al escuchar la Palabra, la acogen en seguida con alegría;16 De igual modo, los sembrados en terreno pedregoso son los que, al oír la Palabra, al punto la reciben con alegría,
17 pero no tienen raíces, sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación o la persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumben.17 pero no tienen raíz en sí mismos, sino que son inconstantes; y en cuanto se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumben en seguida.
18 Hay otros que reciben la semilla entre espinas: son los que han escuchado la Palabra,18 Y otros son los sembrados entre los abrojos; son los que han oído la Palabra,
19 pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás concupiscencias penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta infructuosa.19 pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás concupiscencias les invaden y ahogan la Palabra, y queda sin fruto.
20 Y los que reciben la semilla en tierra buena, son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno».20 Y los sembrados en tierra buena son aquellos que oyen la Palabra, la acogen y dan fruto, unos treinta, otros sesenta, otros ciento».
21 Jesús les decía: «¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero?.21 Les decía también: «¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero?
22 Porque no hay nada oculto que no deba ser revelado y nada secreto que no deba manifestarse.22 Pues nada hay oculto si no es para que sea manifestado; nada ha sucedido en secreto, sino para que venga a ser descubierto.
23 ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!».23 Quien tenga oídos para oír, que oiga».
24 Y les decía: «¡Presten atención a lo que oyen! La medida con que midan se usará para ustedes, y les darán más todavía.24 Les decía también: «Atended a lo que escucháis. Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces.
25 Porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene».25 Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará».
26 Y decía: «El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra:26 También decía: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra;
27 sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.27 duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo.
28 La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga.28 La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga.
29 Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha».29 Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega».
30 También decía: «¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo?30 Decía también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos?
31 Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra,31 Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra;
32 pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra».32 pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra».
33 Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender.33 Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle;
34 No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.34 no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado.
35 Al atardecer de ese mismo día, les dijo: «Crucemos a la otra orilla».35 Este día, al atardecer, les dice: «Pasemos a la otra orilla».
36 Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.36 Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con él.
37 Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua.37 En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca.
38 Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal.38 El estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?»
39 Lo despertaron y le dijeron: «¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?». Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio! ¡Cállate!». El viento se aplacó y sobrevino una gran calma.39 El, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: «¡Calla, enmudece!» El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza.
40 Después les dijo: «¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?».40 Y les dijo: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?»
41 Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: «¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen».41 Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: «Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?»